lunes, 12 de diciembre de 2011

El golazo de Marcelo

Al sur de la provincia, allí donde la prosperidad induce a exóticos movimientos secesionistas, todavía puede uno alcanzar el reto heroico de estar desinformado. Son las seis y veinte de la tarde y estamos tirados en unas mantas frescas a la sombra del gran coche, protegiéndonos del sol austral. La brisa es agradable: es el sol directo lo que te mata. En estas condiciones, y a una altura respetable sobre el nivel del mar, pescar truchas no es inteligente ni divertido.  La presencia del Fernet es enteramente secundaria. Son las seis y veinte de la tarde y el Madrid-Barsa ya ha empezado. No parece haber conexión 3G. A nadie más que a mí le importa el partido, pero estoy corriendo una carrera de 24 horas contra la información y cualquier desliz estropeará el goce postrero de este largo fin de semana vivido como los octogenarios (cama - desayuno - paseo - lectura - aperitivo - almuerzo- siesta - masaje - ducha - cena - copa - cama, and so on). A las 6.20, lo único que ha de trabajar en mi horizonte es el descodificador de DirecTv, grabándome el partido para el domingo. Quiero proteger mi vida de Internet, musa y verdugo... Afortunadamente, en este lago poblado de truchas y percas no parece haber conexión 3G y a nadie se le oye preguntar por el Madrid-Barsa y la oportunidad (primera) de decretar un cambio de ciclo en el fútbol español y mundial. Pero tengo que hacer un esfuerzo y estar alerta, después de 48 horas celestiales de jubilación anticipada.

Doy aviso a mis amigos de mi vocación de aislamiento.

Pasamos un buen rato tumbados en las mantas, protegidos del sol. Se parece un poco a la felicidad.

Suena el pitido de los SMS. Mi primo (querido): "Marcelo acaba de marcar 1 golazo..."

Dejo de leer el texto a la mitad y cierro el móvil con determinación. En realidad son dos mensajes; calculo que han llegado en una fugaz intromisión de Gran Hermano en el bello paraje andino.

Apago el teléfono. No hay euforia. Me sirvo un vaso. Circulan anécdotas orquestales descojonantes.

Transcurren el atardecer rosáceo, el aperitivo de la cena, la cena, la copa, las ocho horas de cama.

El domingo a las 14.30, cerca ya de la ciudad, amago con cantar victoria mientras nos sentamos en la taberna donde vamos a despedir la escapada. Pero callo y estudio la oferta de vinos. 

"¿Y vos de dónde sos..." 

"De Madrid"

"Estará contento con la goleada... Nosotros somos del Atlético y estamos contentos"

(Me tapo los oídos entre la risotada general y mi amigo E. explica el motivo de mi comportamiento extraterrestre. Alguien menciona al Cholo Simeone).

"Yo sólo sé que Marcelo ha metido un gol"

(Pausa)

Un niño que se ríe mucho suelta: "¡Ha habido un gol a los 22 segundos!"

El adulto le corta:

"No me haga caso, vea el partido. No más bromas, chicos"

No quiero conversar más. Pienso en el gol de Marcelo y me aferro a cien clavos ardiendo. Me quedan  la milanesa más grande que he visto en mi existencia, 85 kilómetros y una hora de tele para entender el asunto.

En casa cedo poco a poco a la fuerza del presagio.

Mientras Iniesta es ovacionado por los buenos y abucheado por los menos buenos, termino de leer el primer SMS de mi primo: "..., ajustado al palo donde no llega el portero, un rebote increíble El único fallo es que es en su propia portería :-(, . que cagada"


jueves, 17 de noviembre de 2011

La bola de cristal

""Hola Pedro,buenas tardes. Soy estudiante argentino de periodismo en Buenos Aires.Te molesto porque encontré tu blog por internet.Leí tus post y yo estoy haciendo un trabajo para la facultad sobre deportistas argentinos amateurs retirados. Sé que sos español y que tal vez en tu paso por mi país conociste algun caso como el tuyo. Que tiene en la sangre y en la piel esa pasión por el fútbol alimentada por esa impronta futbolera que el paso del tiempo hace que sigas teniendo ganas de calzarte los botines y jugar. Bueno te quería preguntar eso.Si no conocés ningún amigo argentino o algo, todo bien igual. Espero una respuesta tuya.
Desde ya muchas gracias.
F.""
 
----------------------------------------------
 
Pd. Cualquier ayuda es bien recibida.
 
Pd 2. Un año y ocho meses sin hacer deporte.

domingo, 24 de julio de 2011

Un balón con 95 años de historia

Pedro Cifuentes, Mendoza

El 16 de julio de 1916, mientras Europa libraba junto al río Somme una de las batallas más duras de la Primera Guerra Mundial, Argentina y Uruguay jugaron la final de la primera Copa América de fútbol en el estadio del club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires. El partido fue suspendido en el minuto cinco por invasión masiva del campo de juego y debió continuarse al día siguiente en la cancha de Racing Club. Terminó 0-0 y ese punto le bastó a los futbolistas uruguayos para ganar el entonces denominado Campeonato Sudamericano de Selecciones, que celebraron al día siguiente en el barco que los condujo a la otra orilla del Río de la Plata, la frontera más fecunda del fútbol mundial, allí donde, como dice el tango, "domingo sin fútbol, domingo sin sol, domingo de calma y el alma sin gol". El país pequeño vencía al grande; la selección charrúa iniciaba su época dorada.

95 años después, el pasado sábado 16 de julio, Uruguay venció por penaltis a Argentina en la ciudad de Santa Fe y eliminó de nuevo al anfitrión de la Copa América. Se trata de una fecha extraordinariamente querida por los uruguayos, que vencieron a Brasil en el Maracaná y ganaron su segundo Mundial, todo a la vez, en el partido más célebre de la historia del balón, precisamente un 16 de julio (de 1950), en plena reconstrucción europea tras la Segunda Guerra Mundial, cuando Alfredo Di Stéfano jugaba en el Millonarios de Colombia, el club que abrazó en 1949 por la huelga de futbolistas que le tenía sin jugar en su querido River Plate. Argentina y Uruguay lideran hoy el palmarés del torneo de selecciones más antiguo del planeta, con 14 triunfos cada una. Si gana la final de esta noche contra Paraguay (en el estadio del River Plate), Uruguay podría desbancar a la albiceleste y presumir en las estadísticas (ambas naciones han ganado dos Mundiales y dos Juegos Olímpicos) de ser la mejor selección del Río de la Plata, con apenas tres millones y medio de habitantes.

La Copa América es considerada tradicionalmente el tercer trofeo de selecciones en importancia, detrás del Mundial y de la Eurocopa. Nadie, ciertamente, habrá visto jamás a un brasileño lamentarse de que solo la han ganado ocho veces. "El prestigio se gana en los Mundiales", recalcaba hace un par de semanas el seleccionador uruguayo Óscar Washington Tabárez. Suele decirse que la legendaria garra charrúa, el espíritu de lucha e integridad que evoca a la tribu indígena (masacrada posteriormente) que ocupó esas tierras antes que los españoles y los portugueses, nació probablemente en 1930, el día que ganaron -también frente a Argentina- la final del primer Campeonato Mundial de la historia. Cuentan las crónicas que existía tanta tensión en el ambiente que el árbitro belga John Langenus aceptó dirigir la final con la condición de disponer de un barco en el puerto de Montevideo una hora antes del final del encuentro, en caso de incidentes.

Es imposible, sin embargo, retratar el corazón del fútbol uruguayo, su legendaria capacidad competitiva, sin contar los 190 partidos jugados en la Copa América (más que en ningún otro campeonato): la nobleza con que sus jugadores llevaron en hombros al portero argentino Tesorieri a saludar al presidente Serrato tras el 0-0 de la final de 1924, los cinco goles del Mago Scarone a Bolivia en la edición de 1926, el tanto decisivo de Zapirain frente a Argentina en el duelo final y nocturno de 1942, la extraordinaria edición de 1987 -ganaron en Buenos Aires a la Argentina campeona de Maradona en semifinales y a Chile por 1-0 en la final con expulsiones de Francescoli y Perdomo- y la inolvidable final de 1995 contra Brasil, en el estadio Centenario de Montevideo, cuando sus jugadores de campo marcaron los cinco penaltis de la tanda y el portero Fernando Álvez detuvo uno a Túlio Costa, que no regresaría nunca a la selección carioca.

Frente a semejante arsenal de recuerdos, la brava selección guaraní de Gerardo Martino opone esta noche su fútbol parco y dos trofeos continentales, 1953 y 1979. El Tata ha dejado claro que "lo único que importa es ser campeones. Ganar la Copa América es muy importante". Los amantes de la cábala pueden agarrarse a dos coincidencias: que en la edición de 1953 Paraguay también se enfrentó dos veces a Brasil (los ganó), y que en 1979, el partido final (contra Chile) se jugó también en Buenos Aires. El partido se disputa en un momento extraordinariamente preocupante del fútbol argentino, cuyo presidente y seleccionador son blanco de la ira popular y cuya estrella, Leo Messi, el mejor futbolista del planeta, se siente como un extraño en su propia tierra. Resulta inevitable reparar en el carácter simbólico de la propia cancha de juego, el Monumental, uno de los templos mundiales de este deporte, que a partir del mes que viene será testigo de los partidos que River Plate jugará en Segunda División. Uruguay acumula 64 años sin perder con Paraguay en la Copa América, pero la albirroja ha llegado a esta final sin ganar un solo partido y ya se sabe que el fútbol es fútbol precisamente porque las opiniones y las vidas de millones de personas cambian en un solo segundo. Hasta Tabárez reconocía estos días su ilusión ante un partido que "determinará qué lugar ocupa cada equipo en la historia de este torneo". Un ejemplo de su habitual prudencia.

miércoles, 20 de julio de 2011

Estigarribia, el extremo que sentó a Dani Alves


El brasileño Maicon, considerado por la UEFA el mejor defensa de Europa en 2010, confesó en rueda de prensa haber "estudiado mucho" los movimientos de un chico paraguayo de 23 años con apellido vasco que este año ha sido suplente en el club argentino Newell's Old Boys, de Rosario, donde juega cedido desde hace 18 meses. Su apellido, Estigarribia, era hasta hace unos días más célebre por el presidente que gobernó Paraguay entre 1939 y 1940, pero han bastado tres partidos de la Copa América para colocarlo en los titulares deportivos del continente latinoamericano y excitar el interés de River Plate y -se rumorea- incluso la Juventus de Turín. ¿Su principal mérito? Sin duda, haber amargado la existencia a Dani Alves, probablemente el mejor lateral derecho del mundo, en el Paraguay-Brasil (2-2) de hace ocho días, que la canarinha empató en el último suspiro. La suerte ha querido que ambas selecciones vuelvan a enfrentarse hoy en cuartos de final, a vida o muerte. Esta vez será Maicon quien trate de contener las incursiones veloces y finas de un extremo muy poco conocido en Europa, pero considerado ya una de las grandes revelaciones de un torneo generoso en traspiés y giros de la diosa Fortuna. Alves, salvo imprevistos, lo verá desde el banquillo.

Jorge Pautasso, asistente técnico de la selección paraguaya, relataba ayer a este periódico que a Marcelo Estigarribia lo venían siguiendo desde sus tiempos en Cerro Porteño, el club azulgrana de Asunción, unos de los grandes del fútbol guaraní, allí donde el hoy extremo zurdo de la selección, dorsal 21, despuntó antes de ser comprado por tres millones, en agosto de 2008, por el club francés Le Mans (hasta hoy, propietario del jugador). "Cerro es el equipo de mis amores", suele repetir Estigarribia, cuyo golazo a Olimpia en el gran superclásico del fútbol paraguayo el 23 de marzo de 2008 (1-0) es ya parte del imaginario local. Unos años antes, había empezado a jugar en un club del barrio Unión Pacífico en Fernando de la Mora, su localidad natal, en la Zona Norte del Gran Asunción. De ahí pasaría a Sport Colombia, y a los 17 años debutó en Primera con el técnico Humberto Ovelar. Tras unos meses en Guaraní, donde jugo más bien poco, llegó a Cerro Porteño, y participó en las categorías inferiores antes de dar el salto: "Ahora estoy en Primera y me siento orgulloso porque desde chico mi sueño era vestir la casaca azulgrana", afirmaba, antes de cruzar el Océano Atlántico.

"Marcelo es un extremo izquierdo zurdo de mucho recorrido, dinámico, directo y punzante... Tiene buen cambio de ritmo, sobre todo en lo ofensivo, y es un jugador decidido que encara y resuelve las jugadas que tiene", recalca Pautasso. El cuerpo técnico de la selección paraguaya, encabezado por Gerardo Tata Martino, venía pidiéndole que "piense en el arco de enfrente", y el fiel Estigarribia, Chelo para los amigos, se convirtió en una pesadilla para las defensas de Ecuador y Brasil en los dos primeros partidos del grupo B. No es un jugador que rife el balón: "Se le nota la calidad de los centros y tiene una extraña sabiduría para saber cuándo acelerar y cuándo parar", comentaba ayer un ojeador de Vélez Sarsfield, que recomendó su fichaje por el campeón de la Liga argentina el pasado mes de marzo.
La explosión de Estigarribia ha tomado relativamente por sorpresa a la ciudad del río Paraná, donde el jugador ha llegado a calentar banquillo, y al que se le reprochaba marcar pocos goles. "Se ve que es un fenómeno, pero tardó en adaptarse", explicaban ayer periodistas locales acreditados en la competición. Tanto es así, que el Chelo expresó hace unos meses su deseo de volver a Cerro Porteño, pero los directivos galos consideraron que el fútbol argentino, destino tradicional de los mejores futbolistas guaraníes, era un mejor escaparate para el futbolista. En medio de esas conversaciones, Corinthians quiso llevárselo a Brasil, aunque el traspaso no cristalizó.

El desborde de Estigarribia y su pase de gol a Roque Santa Cruz contra Brasil el pasado día 9 marcó el inicio de un segundo tiempo en el que Paraguay rozó la gloria. Sin embargo, los dos empates cedidos en los últimos minutos (el segundo, ante Venezuela) han mostrado los desajustes defensivos de una selección que era respetada primordialmente por la pétrea solidez de su retaguardia. "Nuestro primer tiempo ante Venezuela fue preocupante", admitió ayer Martino. Las estadísticas dicen que para ganar sus dos Copas América, en 1953 y 1979, Paraguay tuvo que derrotar a los brasileños. Esta es la generación que llevó a Paraguay por primera vez a los cuartos de final de un Mundial, la única selección que puso en serios aprietos a España el año pasado en Sudáfrica. Pero sorprender a la selección canarinha dos veces en apenas una semana es un desafío mayúsculo. Si el Chelo logra desquiciar a Maicon hoy, habrá nacido una estrella.

miércoles, 13 de julio de 2011

"La falta de seriedad estaba matando al fútbol peruano"

Pedro Cifuentes, Mendoza

José Paolo Guerrero, El Depredador, desprende una extraña paz. Resulta creíble cuando dice vivir "con tranquilidad" el hecho de ser el máximo goleador de la Copa América (junto al colombiano Falcao; hasta que Agüero les ha arrebatado ese honor ante Costa Rica) y, además, la figura de una selección que vuelve, muchos años después, a generar titulares positivos en la prensa. Esta noche Perú disputa el Clásico del Pacífico contra Chile y aspira a quedar, contra todo pronóstico, primer clasificado del grupo C. "Todos los partidos son diferentes historias, pero contra Chile existe la mayor rivalidad", señala Guerrero, delantero de 27 años, que vive desde 2004 en Alemania (primero, jugador del Bayern de Múnich; desde 2006, en el Hamburgo). Una operación de menisco le privó de los encuentros contra Chile en las eliminatorias del Mundial de Sudáfrica, pero en este torneo, lesionados Claudio Pizarro y Jefferson Farfán, es el líder natural del equipo y ha anotado sus dos goles (uno en cada partido). "Ahora salimos a la cancha a matar. Esta es una gran oportunidad para mí", remata.

Pregunta. ¿Qué valor tiene ser el segundo máximo realizador de una competición con una nómina excepcional de delanteros?
Respuesta. Lo tomo con mucha tranquilidad. Estos últimos años, en mi equipo [donde compartía vestuario con Ruud van Nistelrooy, entre otros] no he jugado de delantero centro. Mis dos o tres últimos entrenadores me han hecho jugar de 10. Y había perdido el hambre de meter goles porque tenía que organizar, bajar, y esa tarea te quita aire para llegar bien al gol. Había perdido eso, y ahora juego de 9 puro, con futbolistas muy capaces que en cualquier momento me dejan solo frente a la portería. Por eso he vuelto.
P. ¿Antes de las lesiones de Pizarro y Farfán, su posición en esta Copa América iba a ser de 9?
R. El profesor Markarián se estaba planteando ponerme por la izquierda, a Pizarro en el centro y a Farfán por la derecha. O sea, tres delanteros. Pero sí, de nuevo se me borraba del 9 puro.
P. ¿Y quién es el mejor delantero centro del mundo?
R. Antes, para mí, porque era mi ídolo, era Ronaldo. Era increíble... Ahora es Messi. Bueno, no sé si se le puede considerar ariete, pero, desde luego, es el mejor del mundo. Yo no entiendo cómo la gente de Argentina le critica. Es un ser humano, joven, que tiene mucho por dar a la selección. Me parece increíble que lo juzguen de esa manera. Pero en cualquier momento se prende y cambia todo. La vida de un futbolista es así. Te puede cambiar en un segundo.
P. Pero lo que sí es cierto es que ya son varios los jugadores que brillan en Europa pero no en esta Copa de América...
P. Es que en Europa se juega más rápido; la presión defensiva es cada vez más rápida. Aquí el fútbol es un poco más lento, pero con mucha más calidad. Te marcan de otra forma, en zona, y no tienes tanta presión, te dan espacios. Sin embargo, es más difícil. Porque el defensa te está esperando, sabe que lo primero que vas a hacer es agarrar la pelota y darle velocidad. Y ahí tienes que ser una bala. Son diferentes estilos, pero me quedo con el fútbol de aquí. Se ve más la técnica del jugador. Quizá en España es diferente, pero en Alemania, por ejemplo, juegan como robots. Aquí, no.
P. ¿Con qué selección se queda?
R. Argentina y Brasil están un poco por encima de las demás. Pero ya no se trata de jugar bonito. Ahora el que pelea más, o mete un gol y se cierra atrás, puede ganar a cualquiera.
P. ¿Incluso Perú?
R. Veremos. El profesor ha iniciado un proceso muy serio. Antes no había seriedad y eso estaba matando al fútbol peruano. Ahora se trabaja de otra manera, con el apoyo de todos. Estamos todos comprometidos, prácticamente invictos. La actitud ha cambiado, vemos los partidos de otra manera, ha vuelto ese hambre de gloria. La primera meta es ir al Mundial, sin duda. Pero esto es parte del proceso. Ni siquiera pensamos todavía en los cuartos de final. Tenemos que ir superando pruebas, como el partido contra Chile. Y yo, por supuesto, debo seguir marcando goles.
P. ¿Hasta qué punto se desprecia el trabajo de un delantero cuando no ve puerta?
R. La gente quiere que uno meta goles siempre porque es lo que espera de ti, y cuando no lo haces, quedas en deuda. Les da igual en la posición que juegas. Pero un delantero, definitivamente, tiene que marcar goles en todos los partidos. Menos cuando está lesionado, claro...
P. ¿Lo dice por experiencia propia?
R. Sí. Mi lesión, en septiembre de 2009, fue el punto más bajo de mi carrera. Me quedé inválido por siete meses. Todo me era prohibido, ni siquiera podía jugar una pichinga con mis amigos. Lo pasé muy mal. Pero también he pasado momentos muy buenos, como cuando empecé a jugar con el Bayern, con 19 años. Tuve una racha espectacular, jugaba con figuras mundiales [Makaay, Lucio, Schweinsteiger] y el entrenador me tenía como una especie de arma bajo la manga. Entraba en partidos empatados, o que perdíamos, y metía goles para terminar ganando... Fueron seis o siete partidos y al final fuimos campeones de Liga. Ahora estoy viviendo otro buen momento. Pero es incompleto; contra México fallé tres oportunidades de cabeza, y no se me van de la mente.

sábado, 9 de julio de 2011

El árbitro que descendió a los infiernos

Pedro Cifuentes, Mendoza

El superclásico de Rosario,Newell's Old Boys-Rosario Central, es considerado el partido de fútbol más pasional (y peligroso) de Argentina. Algo habrá de cierto cuando Sergio Pezzotta, nacido en la bonita ciudad del río Paraná hace 43 años y uno de los mejores árbitros de Latinoamérica, nunca se ha atrevido a dirigirlo, y no descarta incluso mudar alguna vez su residencia para poder cumplir ese sueño. Pezzotta, árbitro de gran estatura física y acusada personalidad, juez de la última final de la Copa Libertadores, era ya bastante conocido en Argentina antes del domingo 26 de junio. Desde hace 10 días, sin embargo, su nombre está en boca de medio país.

El colegiado rosarino amaneció ayer en Córdoba (donde está concentrado con el resto de jueces de la Copa América), tenía previsto viajar a Buenos Aires para declarar ante un tribunal y durmió en Mendoza, a 1.100 kilómetros,donde hoy dirigirá el partido Perú-México. No ha sido la semana más sencilla de su vida. Fue protagonista involuntario del último y dramático partido del River Plate en Primera División: omitió de manera escandalosa un penalti al delantero del River, Caruso, y perdonó como mínimo una expulsión indiscutible a un defensa de Belgrano de Córdoba en la primera parte, cuando los locales ganaban 1-0. Errores groseros que en un país tan obsesivamente futbolístico resultan difíciles de olvidar y pueden marcar un nombre durante mucho tiempo.

Lo peor, no obstante, llegó en el descanso: sujetos pertenecientes a los ultras de River, Los Borrachos del Tablón, irrumpieron en el vestuario arbitral y no se anduvieron con rodeos: "Si no nos cobrás un penal no salís vivo. Te vamos a matar,cobrá un penal o te vamos a matar". Hay fundadas sospechas de que la policía dejó la zona milagrosamente liberada para permitir la intrusión de los hinchas. Pezzota decidió no suspender el encuentro. De hecho, terminó señalando un penalti dudoso a favor del River en el minuto 66, fallado trágicamente por Pavone. Poco después, consumado el ascenso de Belgrano y la tragedia de los millonarios, se desató una auténtica batalla campal en el estadio: 72 heridos, 15 de ellos policías (y cuatro de ellos en estado grave).

Desde entonces, la familia Pezzotta dispone de custodia policial. Se da la circunstancia de que el partido estuvo a punto de celebrarse sin público por razones de seguridad, pero la Presidencia del Gobierno contravino la opinión del Ministerio del Interior. Las gravísimas amenazas constan ahora en el informe de la fiscalía, que, apoyándose en un vídeo tomado por la cámara de un pasillo del estadio Monumental, ha solicitado la detención de ocho personas: entre ellos,el jefe de seguridad del estadio, el secretario del club y un policía que ya ha sido separado de las fuerzas del orden por la ministra de Seguridad, Nilda Garré.

La causa penal quedó retrasada ayer después de inhibirse el juez Rodolfo Cresseri y enviar el expediente al magistrado Alejandro Cilleruello, encargado de una investigación por administración fraudulenta contra el ex presidente del River Plate, José María Aguilar, y su comisión directiva. El actual presidente del River, Daniel Passarella, y el resto de los integrantes de la comisión directiva también tienen custodia de la Policía Federal,de manera personal y en sus domicilios. El descenso a los infiernos del River Plate, cuna de Alfredo Di Stéfano, un referente del balompié mundial, puede acabar destapando una de las tramas de corrupción siempre sospechadas, pero nunca demostradas, en un fútbol, el argentino, que sufre una crisis general desde hace ya varios años, envuelto en una nube tóxica de corruptelas,influencias políticas, amiguismos, violencia crónica y malos resultados internacionales. El presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Julio Grondona, lleva en el cargo desde 1979.

Continuador de una estirpe reciente de buenos colegiados argentinos (Horacio Elizondo -el colegiado de la tarjeta roja a Zidane- y Héctor Baldassi), Pezzotta fue preseleccionado para acudir al Mundial 2010 de Sudáfrica, pero una lesión lodejó fuera de las pruebas preliminares. Era, por supuesto, su mayor objetivo profesional. Hoy, con la mayor tranquilidad posible, arbitrará su segundo partido de la Copa América, después de haber mostrado de nuevo un nivel correcto en el Paraguay-Ecuador (0-0) del pasado domingo. Anhelará dejar atrás la pesadilla del Monumental y pitar una semifinal (o la final, si la selección argentina no mejora mucho) de este campeonato. Hoy por hoy, un deseo más factible que poder pitar un Newell's-Central sin verse obligado a abandonar Rosario.

lunes, 4 de julio de 2011

La 'marea roja' inunda el oeste argentino

PEDRO CIFUENTES - Mendoza - 04/07/2011 

No han podido con ellos ni las tormentas de nieve de la cordillera de Los Andes, ni las cenizas del volcán Puyehue, ni las recomendaciones oficiales de vacunación contra la gripe A. Por el paso fronterizo del Cristo Redentor, a 3.200 metros de altura, con temperaturas de diez grados bajo cero, han cruzado a Argentina desde el viernes más de 15.000 aficionados chilenos eufóricos por dos motivos: el primero, que su selección juega los tres primeros partidos de la Copa América a pocos cientos de kilómetros de su frontera; el segundo, que su selección tiene fundadas esperanzas de quedar, como augura su entrenador, entre los cuatro primeros puestos del campeonato. Si a esos 15.000 hinchas cargados de banderas y bombos se le suman los pasajeros que han aterrizado tras la reanudación del tráfico aéreo y los 40.000 chilenos que residen regularmente en la región de Cuyo, no sorprende que la 'marea roja' haya tomado por unos días el oeste argentino, donde Chile oficiará prácticamente como anfitrión (hoy en San Juan, los días 8 y 12 en Mendoza) en sus partidos del grupo C contra México, Uruguay y Perú, respectivamente.

Atestadas de personas pese a la anunciada ola de frío polar, en las calles de Mendoza predominaba ya el sábado por la noche el color rojo de los hinchas transandinos. "Parece 2002", repetía con ironía Pablo, dueño de un bar en la concurrida avenida Arístides Villanueva. La prensa local tituló ayer que la afluencia de chilenos durante esta semana (más de 20.000 visitantes) igualaba el récord del verano de 2002, cuando los turistas del país vecino llegaban en masa a la capital del vino, meses después de la catástrofe económica argentina,tentados por las compras baratasy unos restaurantes con precios muy bajos.En los puestos de la Plaza de Independencia que vendían banderas y bufandas se aceptaban ayer dólares y pesos chilenos. "Y ya lo ve, y ya lo ve, somos locales otra vez", se cantaba en diferentes corrillos.

La tradicional rivalidad vecinal entre ambos países se atenúa en el terreno futbolístico por tres factores:la implacable superioridad rioplatense (Chile nunca ha ganado la Copa América; Argentina, catorce veces - la última en 1993); que su seleccionador, Claudio 'el Bichi'Borghi, es bonaerense; y sobre todo que el anterior seleccionador, Marcelo Bielsa, también argentino,es universalmente aclamado como el gran renovador del fútbol chileno y gozaba hace dos años de una popularidad similar a la de la expresidenta Michelle Bachelet. "Bielsa será siempre nuestro ídolo, le echamos de menos, pero tenemos que confiar en El Bichi", repetían ayer en la estación de autobuses varios hinchas recién llegados a Mendoza.

Mientras, en el paso fronterizo del Cristo Redentor, cientos de camiones varados desde hace días por las autoridades para reducir las colas kilométricas en la carretera eran autorizados a circular de nuevo por los escalofriantes 'caracoles' de la mítica ruta 7, a los pies del Aconcagua. La marea de coches y autocares ya había podido cruzar. La fiesta puede comenzar.

domingo, 26 de junio de 2011

Shock térmico

En realidad ya no sabe uno si tratar de prepararse para el shock térmico o no hacerle ni caso, por aquello de la atracción y de que, al fin y al cabo, todo está conectado con todo, y si no paro de pensar en que hoy escribo a 36 grados y mañana voy a aterrizar en un lugar con 5 de máxima para vivir el invierno austral mientras los demás se marchan a Tarifa o al cabo de Gata voy a terminar sufriendo mucho más el frío y no sacando partido a un factor semioculto francamente rentable: disponer de un par de meses silenciosos para escribir y preparar el año académico mientras el hemisferio norte vacía su mente y bebe gin-tonics en bañador. Enciendo el aire acondicionado a las once de la mañana con un aire de despedida y busco un buen restaurante cantonés adonde llevar a mis padres. Me repito que pasado mañana, si todo sale bien, estaré en bata hasta la hora del almuerzo y habré, con suerte, completado un bizcocho casero y alguna página digna.

¿Una semana en Rio en agosto?

miércoles, 25 de mayo de 2011

El 10 que terminó jugando de 5

"Huyo de las discusiones políticas entre amigos, queridos, porque hay muy poca gente en el mundo capaz de cambiar de opinión por un debate político razonado, y Juan odiará toda la vida a Esperanza Aguirre (Pablo ignora el motivo) igual que Pablo considerará eternamente que ZP es un hijo de puta irresponsable por dividir a los españoles (Jorge, asombrado) y Jorge lleva media vida tratando de convencernos de que la II República era el reino de Bambi, donde no se violaban ni asesinaban monjas ni se tejían lazos con la URSS para acabar como Albania. 

Mi abuelo pidió por escrito a sus hijos antes de morir que jamás se separasen por cuestiones políticas. Yo, más allá de las posturas verbales y estéticas de cada cual, me atengo a las palabras del hombre barbudo al que crucificaron: "Por sus obras los conoceréis".

Dejemos que sean otros los que se peleen...

Abrazos"

sábado, 21 de mayo de 2011

La gran ciudad



Sonrío al aterrizar junto a las aguas cansadas del río de la Plata, allí donde una vez viví deprisa, y al bajarme de mi primer taxi me encuentro con Guillermo Vilas descargando unas raquetas junto a unas niñas pequeñas que no sé si son sus hijas o sus nietas (dedico una sinapsis por primera vez en muchos años a Carolina del Mónaco), Belgrano chico, Fernando Redondo quiso una vez comprar esta casa, a Vilas casi no le veo, pero a la china me la encuentro cada dos por tres, ¿china?, sí, bueno, o japonesa, o como concha sea, bebo una Coca Cola Light en plena tarde de miércoles y hablo de Del Bosque y de Mourinho y de Iniesta y miro el reloj porque tengo que pedir un remís, he aterrizado junto a las aguas cansadas del río de la Plata y me voy a la coach de mi hermana, mastín dixit, consulto Internet por precaución y me entero de que se ha retirado Iván de la Peña entre lágrimas, guardo el artículo de Segurola para leerlo después, mañana, cuando pueda, en las sesiones laborales y musicales de Barrio Norte con el calvo, ahora voy a dedicar ochenta minutos al privilegio de clase media del autoexamen conversado, cojo otro taxi hacia Libertador, por teléfono acierto a la primera que en Mendoza se cenan hoy milanesas con puré, "¡Síííííííííííí!", llego a Pereyra Lucena, hace meses que no piso esta casa, abro la maleta para llevarme el neceser al cuarto de baño y cuando me he quitado la camisa irrumpe el amigo bávaro acaudalado de mi primo, ¿dónde tenías esa colonia de fucker?, buenas noches, soy Pedro, oye primo, tu amigo parece un poco brasas, ¿es caro el restaurante?, no demasiado, pero en realidad lo será, 600 gramos de goce mamífero, en la mesa de cuatro acabaremos siendo diez y pagando cinco, y a las 12.30 tomaremos sorpresivamente un taxi emancipador hacia la calle Ecuador, "Romario no era humano, ¿me entendés?, era como jugar con un escorpión, te mataba el guacho", suerte, señor, qué buena hora para llegar a casa, y sin embargo el calvo nos espera con jazz, malta, Grooveshark y una sonrisa inconfesable propulsada por SMS. Llevo en la ciudad siete horas y me quedan ochenta y seis.

sábado, 7 de mayo de 2011

Culés-buenos-blancos-malos


En Madrid, antes de partir, el mejor periodista deportivo español de las últimas dos décadas nos dice que Mourinho es un psicópata y tiene a media España crispada, estresada, cabreada. "Ahora bien, tener con él una charla sobre fútbol debe de ser algo estupendo".

En Mendoza, tres días después, cinco minutos después de aterrizar en el asado, una chica catalana inteligente y maja (inteligente y maja), si bien muy joven y periodista de profesión, me pregunta: "¿Pero tú de verdad crees que el Madrid puede ser mejor que el Barsa?"

A la mañana me escribo con un amigo porteño que estudió sociología y se dedica a la política. Trato de convencerle de que la entrada de Pepe a Alves no merecía una tarjeta roja y de que a los excesos de Mourinho deben contraponerse los lloriqueos falsos de Mascherano y compañía. Que trate de no caer en la bipolaridad facilona de blancos-malos-culés-buenos, "tan nociva en otros órdenes de la convivencia". Pero es inútil. Respuesta: "Yo no digo blancos-malos-culés-buenos, sino culés-mejores-blancos-peores".

jueves, 21 de abril de 2011

Atardecer en el Cijara

El cielo explota de rosa fucsia y yo espero a que Félix recoja las cañas para no llegar tarde al partido. Estamos a orillas del pantano del Cijara, embobados con el declive de un sábado caluroso, y sabemos que nos marchamos antes de tiempo, justo a la hora en que los peces más se mueven. Sin embargo, estamos a 45 minutos de Helechosa, el pueblo donde dentro de poco más de una hora va a empezar el Real Madrid-Barcelona de Liga, y hemos decidido verlo delante de un plato de caldereta de jabalí y una buena frasca de vino. Nos hemos tomado el fin de semana completo: quién te dice, además, que el domingo no vaya a ser un gran día de pesca. El de hoy no lo ha sido, ciertamente, y me consuelo en la idea de que en la pesca, como en el fútbol, también se acusa la inactividad. Han pasado dos años desde que me acerqué por última vez a este paraíso extremeño: hay que volver a tomarle el pulso al terreno, coger las distancias, saber qué llevar y qué no llevar en el chaleco, etc. Félix, afortunadamente, ha podido devolver varios black-bass a las limpias aguas de un Cijara pletórico, rebosante de agua, imponente, rodeado de un océano de jaras en flor.
Lo bueno de volver antes de tiempo es que recorremos la vetusta carretera entre Villarta y Helechosa (De los Montes se apellidan ambas), en plena reserva nacional de caza, a la hora en que los mamíferos se pasean, bajan a beber agua y cruzan la vía sin demasiado pudor. La pesca no se ha dado bien, pero el atardecer es fabuloso, nos espera un magnífico espectáculo futbolístico, todo apunta a que vamos a  dormir a pierna suelta, con el cansancio de un día de campo en el cuerpo. Por el camino se nos cruzan dos ciervas, un zorro y varios conejos. Con el paso del tiempo se ha olvidado uno de que este ecosistema es en parte artificial (uno de los célebres pantanos del franquismo) y contempla absorto la belleza característica de sus montes mediterráneos.
En el hostal nos habían advertido de que la cocina cerraba a las diez, pero son las nueve y media y la cocinera no ha llegado todavía. Empiezan a arremolinarse paisanos, adolescentes, inmigrantes, que con modales se preocupan de no interrumpir nuestra visión desde la mesa donde esquivamos el hambre a base de cerveza y patatas fritas. Volver al madridismo (¿crítico?) es un estímulo adicional para este tipo de partidos. Hay algo genial en la mirada de Mourinho cuando calla. Resulta menos estimulante tener que soportar a una mujer de edad mediana y pocas luces, sentada con su pareja en la barra, que hace todo tipo de esfuerzos para mostrar su barcelonismo al mundo (al pueblo) y que a continuación se dedica con una regularidad alemana, cada doce minutos aproximadamente, a gritar que Villa "es una mierda".


sábado, 9 de abril de 2011

Mafaldadas (II)

Durante estas semanas, la llamada telefónica se produce a la hora habitual (una diferencia de cinco con España). No menos frecuente es la siguiente conversación:

- ¿Estás comiendo?
- Sí, papi.
- ¿Y qué comes hoy, a ver?
-  ¡Adiviná...!
- ¿Cuántas oportunidades tengo?

[Aquí, la respuesta puede variar: una o tres]

- Tres...
- Vale, empiezo... ¡Milanesas de pollo!
- ¡No!
- Raviolis...
- ¡No!
- Uy, qué difícil. ¿A ver...? [Pausa] ¡Carne con puré!
- ¡Nooooooooooo!
   [Pausa]
- Bueno, papi, ahora tenés seis más...



 

sábado, 2 de abril de 2011

Frikismo lisboeta (II)

Mi primo P. no suele hacer valoraciones innecesarias sobre la vida de los demás, y asiste risueño al relato del plan lisboeta. Tras unos segundos de pausa, menciona una posibilidad divertidamente trágica:


- Oye, primo... ¿Y tú crees que será titular?


(Carcajadas)

viernes, 1 de abril de 2011

Frikismo lisboeta (I)


Aunque discrepemos en nuestros puntos de vista, los amigos de verdad siempre nos miramos con buenos ojos. A pesar de que podamos condenar aspectos concretos de nuestras vidas. Incluso aunque sepamos que un ser querido se va a estrellar, tratamos de imaginar el escenario menos duro. Es por ello muy valioso que Antonio, compañero de mil y una batallas, me pregunte en el metro, de noche y sin prisas, en camino hacia el paraíso musical:
-       Oye, tío, ¿tú te has dado cuenta de lo friki que te estás volviendo?
El arranque de sinceridad, como digo, es particularmente fecundo por provenir de un hombre inteligente y sensible al que, por resumir, no le hemos visto únicamente trabajar y hacer buena letra.
-       Hombre, ¿tan heavy te parece?
-       Joder, tú dirás… (La risa llena el vagón de metro a una hora en la que estos excesos van importando menos)
Acabo de confesarle que el jueves próximo me voy a Lisboa con Eduardo a ver el partido de ida de los cuartos de final de la Europa League, Benfica – PSV Eindhoven. El motivo fundamental de tan extraño viaje es, como saben mis fieles lectores, este.
-       Macho, tú ponte a pensar en qué percentil estás de la escala de freaks…
-       ¿Futbolísticos…?
-       De freaks. Punto.

sábado, 26 de febrero de 2011

Mafaldadas (I)

Niña: - Papi, ya no quiero que me llames más "electroduende".

Padre: - ¿Y eso...? Si te llamo así desde que eras un bebé.

Niña: - Ahora quiero que me llames "electrohada"

[...]

[Más risas]

Niña: - No, mejor quiero que me llames "electrahada" [pronunciado "eletrAhada"]

Padre: - Lo que pase, Male, es que se dice "electrohada"...

Niña: - Me da igual, papi... Yo quiero "electrAhada"

sábado, 19 de febrero de 2011

Toques (II)

Si recuerdan, durante una época llegué a inventar un juez de línea imaginario en pleno barrio de Palermo... Ensoñaciones semejantes, vivir durante algunos minutos en un planeta paralelo (individual), eran un premio a la pasión y a la constancia: el fútbol, en sentido amplio, ocupaba en aquel entonces una parte considerable de la semana - y era un factor de orden vital: tema de otro post. La cosa es que el cerebro, como confesábamos la semana pasada, está volviendo a poblarse de imágenes futbolísticas, y el archivo (tan fecundo como en otras áreas de la experiencia humana) gana terreno por ahora a la imaginación: una tragedia en términos cuánticos, quizá, pero muy reconfortante. 
El penúltimo momento de placer balompédico, ya comentado, fue un robo que condujo a un 0-1 en el que sigue siendo el partido concluyente. Poco después, un minuto antes del balón dividido, experimenté el último momento de placer, modestísimo, pero que he revivido decenas de veces en los últimos once meses. Corría desde atrás a cortar un pase raso en el círculo central, entre dos contrarios presuntamente desahogados que no me vieron hasta un segundo antes. Me dolía mucho la cabeza, y debía haberme quedado en el banquillo, pero corrí detrás de ese balón lo suficiente como para llegar primero y cortar con el exterior hacia la derecha, la pelota ligeramente levantada y con efecto (para que no la interceptara ningún pie rival), un solo toque horizontal, entre los dos mediocentros, hacia nuestro lateral desmarcado. La jugada no produjo cosecha tangible, pero recuerdo perfectamente haber sentido una cierta satisfacción (ganábamos 0-1, estaban mis primos, no hacía calor) que hoy resulta tan  extrañamente juvenil como desaconsejable, al enmascarar una jaqueca insólita que venía a ser como el pitido estridente de una alarma de incendios en una máquina sobrecargada. 

Una cuestión de dosis (como casi todo).

jueves, 10 de febrero de 2011

Toques (I)

Algo parece estar cambiando definitivamente, porque me vuelven las imágenes futbolísticas al cerebro mientras camino, conduzco o me ducho. Las hay de dos tipos: ensoñaciones y recuerdos. Entre las primeras aparecen recurrentemente las paredes, combinaciones sencillas y quirúrgicas con amigos argentinos que se desdoblan por la banda o devuelven de primera desde la frontal del área para que uno amague con disparar a puerta pero, en realidad, toque suavemente y les deje solo ante el portero. Una imagen especialmente apropiada para el fútbol 7 de Buenos Aires, donde las dimensiones del campo permiten lo que el Colorado llamaba con precisión "constante despliegue". Que un 10 reconvertido a 5 (casi por motivaciones ideológicas) (tema de otro post) llegue con 37 años cuatro o cinco veces por partido a posiciones de mediapunta en un campo de fútbol 11 (como el de Mendoza) requiere una forma física magnífica. Este es uno de mis objetivos para este año: llegar al área contraria (sin descuidar el centro) con la suficiente lucidez para no estropear varios kilómetros de esfuerzo en un segundo atropellado. (¿A lo Meireles?).

martes, 25 de enero de 2011

Cuestión de pelotas

Almuerzo como un puto, según mi amigo Fercho (berenjenas asadas, milanesa de soja), y enfilo la tarde remolcado en una pequeña cabezada de 20 minutos, una tarde que culminará en una de esas actividades inconfesables que encuentran acomodo perfecto en un diario. Veo a mi alrededor embarazadas y bailarinas progres que pueden tocarse la nariz con el pie sin sufrir. "Siento como mis seis extremidades se estiran, como si quisiera tocar la pared de enfrente con los dedos y la de detrás con los pies...", dice la profesora con su voz tranquila. "Trato de respirar hacia las costillas, noto cómo se expanden, mantengo ese ritmo respiratorio -1, 2, 3, 4; 1, 2, 3, 4 - sin que el estiramiento me bloquee...".  Caigo en la cuenta, anodadado, del papel crucial de la pelvis en la comodidad diaria. "Tengan conciencia de su hueso sacro...". [¿Cómo...?]. El isquiotibial izquierdo está a punto de resquebrajárseme, pero trato de aguantar el mismo tiempo que mi amigo T. y la comunidad femenina que nos rodea. (Resultamos exóticos. Damos color a la clase). Pasada la primera media hora, arqueamos la espalda sobre la pelota y buscamos una postura de equilibrio sobre ella. Es el punto de partida hacia uno de los mayores momentos de placer que recuerdo en la vida: doblado sobre la esfera, las costillas expandidas, la musculatura distendida, los omoplatos en su sitio, los movimientos pélvicos preparatorios, los brazos hacia atrás, los dedos de los pies en contacto con el suelo, el cráneo colgando sobre el plástico, la columna vertebral perfectamente alineada sobre la curva, la visión invertida de un mundo desconocido. Dan ganas de quedarse a vivir sobre la pelota. La sala, de buen tamaño, se llena de jadeos y suspiros ahogados por un disco brasileño. "Así que era esto...". (Risas.) El tamaño de la pelota ha cambiado, y yo sé que pertenezco al balón, pero existe un notable potencial de crecimiento en aprender a armonizar el cuerpo de otra manera, por mucho que merezca (indudablemente) el escarnio de Fercho, que alguna vez se ha comido una milanesa de soja con una preciosidad de 24 años, pero jamás ha ido a una clase de esferodinamia. Por si acaso, hago pública mi decisión de volver a las canchas en mayo. Pero mañana repito.