jueves, 27 de septiembre de 2012

Como si Madrid fuese Buenos Aires


Salgo ayer de mi segunda sesión de fisioterapia y cojo un taxi en dirección a casa. Vamos tranquilos, casi contentos, mis muletas y yo, bajando por la calle López de Hoyos en silencio, hasta que llegamos al largo semáforo de la esquina con Velázquez (la del Vip's). Un hombre de traje con el pelo blanco se enciende un cigarrillo en la acera. Es José Ángel de la Casa... "Coño, José Ángel" (y tal). Tengo tiempo para observarle detenidamente, sin prisa. Se conserva bien, pienso. Transcurre casi medio minuto. "Mira, José Ángel de la Casa", le suelto al taxista (31 años, me enteraré después) sin razón alguna. El taxista se da la vuelta, amable, y me responde que ese señor no es José Ángel de la Casa.

- "Mire, no es por nada, pero es que le he llevado en el taxi alguna vez, y ese no es José Ángel de la Casa. Tiene el pelo blanco, sí, pero aquí en la mitad", dice, agachando la cabeza, "está más calvo".

- "Pues creo que tienes razón", corrijo, "no es José Ángel de la Casa, pero se le parece bastante, ¿no?"
(...)
- "Veo que sabes quién es", añado, sorprendido. "¿De qué quinta eres?"

- "Del 79".
(...)

- "Menos mal", me río, sin motivo alguno, "porque he estado a punto de gritarle ¡¡¡Gol de Señoooor!!! ¿Te acuerdas?"

(Algo improbable, puesto que se produjo el 21 de diciembre de 1983).

El coche ya se mueve, pero el taxista se da la vuelta otra vez y me mira a los ojos sin perder la cortesía:

- "¿Que si me acuerdo del gol de Señor...? Haga un favor, si no le importa, llámeme al 66965423*. Una llamada perdida, no se la cojo".

Me mosqueo ligeramente, pero empiezo a marcar.

- "669...?"
- "65423*..."

Pasan unos segundos y escucho a José Ángel de la Casa repitiendo "¡Gol de Señor, gol de Señoooooor!" sobre un fondo de vibraciones allegro ma non troppo.