viernes, 23 de abril de 2010

Piscina

Mis padres se han marchado (por fin) al campo, y camino por el pasillo de casa paladeando el fin de semana que se abre como una flor al ex futbolista impedido. Entre los dedos de la mano derecha, además de la correspondiente muleta, sujeto una percha con una camisa limpia, y me desplazo lentamente a mi habitación, cavilando aquello de que el hombre es un animal de costumbres (caras, si puede) y a todo se adapta uno. He decidido adecentar un poco mi vestimenta. De repente, me encuentro echado en el suelo, por causa de la muleta, que ha pisado el faldón de la camisa y se ha deslizado por el suelo como los pelos afeitados hacia el desagüe del lavabo. Los dedos de mi pie derecho han tocado la madera, y en una centésima mi cerebro ha preferido tirarse con la muleta en lugar de apoyar todo el peso de mi sedentario organismo sobre el peroné, como si fingiese un penalti para llegar al Mundial que me perdería si vuelvo a quebrarme la pierna. Sudo. Sudo mucho. No estoy listo todavía para florituras estéticas...


3 comentarios:

  1. Querido Pedro, a ciertas edades el deporte debe jugarse acorde al calendario, véase el ejemplo.

    http://www.dailymotion.com/video/xfeav_krolewskie

    Tu cordobés impenitente...

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  2. "en una centésima mi cerebro ha preferido tirarse con la muleta"... ¿se puede ser centrocampista ofensivo en el pasillo de Zurbano y a una pierna?

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  3. Qué buen vídeo (idea para mantener slots individuales dentro de la pareja). A ciertas edades, Elei, cualquier cosa valdrá para sentirse joven...

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