martes, 20 de abril de 2010

Nadie madruga escayolado (salvo para ver un partido)

Esta mañana, mientras pensaba en qué orden iba a cumplir mi nuevo y exigente ritual matinal antes de encaminarme al cuarto de baño (ejercitar el abductor derecho, para que no se atrofie tanto como mi abandonado gemelo; pincharme heparina en la tripa, para prevenir un trombo; colocar el ordenador en la mesa de nuevo, para trabajar [por las noches el Toshiba portátil ejerce de televisión y lo coloco encima de un mueble]; recoger ropa del suelo, para no resbalar con las muletas y romperme también la tibia; vaciar el cenicero, para no viciar demasiado el ambiente, etc.), me he dado cuenta de que llevo 36 días sin poner el despertador. Indudablemente, es un récord de mi vida adulta. Quién sabe si algún día acabaré rememorando con nostalgia la pereza de estas semanas. Una persona a quien respeto bastante me recomendó por email desde Buenos Aires hace un mes que "aprovechase la lesión para descansar". Y he acabado haciéndole caso...
Pero ahora leo que mañana a las 8.50 repiten en Gol Televisión el Academia-Benfica, que se jugó hace 48 horas en Coimbra (Portugal). Terminó 2-3. Pablo Aimar jugó 79 minutos. Me avergüenza reconocerlo, pero podría ser el primer madrugón de mi nueva vida.

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