miércoles, 28 de abril de 2010

El único

Recuperado del falso penalti en el pasillo de casa de mis padres, salgo a tomar un bloody mary con Energu al bendito sol de Madrid ("necesitas vitamina D, coño"), y me cuenta una anécdota que un rato después elevamos a la categoría de presagio:

El 26 de abril de 1981 se celebró en la España de la transición democrática la última jornada de la Liga de Primera División, a la que llegó la Real Sociedad de Alberto Ormaechea como líder, con un punto de ventaja sobre el Real Madrid. El Madrid le había arrebatado la Liga anterior a la Real al final; eran los tiempos en los que una victoria sólo valía dos puntos y las visitas del Madrid al mítico estadio de Atocha estaban todavía salpicadas de gritos a favor de ETA. El 26 de abril de 1981 el Real Madrid venció en Valladolid 1-3, y los jugadores y técnicos se metieron en el vestuario a esperar a que terminase el partido de Gijón, donde la Real Sociedad caía 2-1 en el barro espeso de El Molinón. El Madrid era, pues, campeón virtual. Pasaban los minutos, y en Gijón aquel buen Sporting de Abel Díaz o Mesa (Quini ya no estaba: aquel año fue 'pichichi' con el Barsa), un Sporting que no se clasificó a la Copa de la UEFA por muy poco, le estropeaba otra Liga a la generación memorable de Arconada, Lópe Ufarte, Satrústegui, Górriz y companía. Los telediarios de los días siguientes mostrarían un vestuario blanco donde se saltaba, se vociferaba y se abría champán. En Gijón quedaba un minuto de partido, y los donostiarras se dedicaban a eso que los periodistas deportivos suelen llamar "asedio infructuoso". En un momento dado, Górriz recogió un  despeje de Castro en la frontal del aéra y disparó a portería fallidamente, de modo que la pelota le llegó mansa a Jesús Mari Zamora, el hipotálamo de aquel equipo. El resto es historia: Zamora se perfila, avanza medio metro y cruza a la escuadra izquierda sin desestabilizarse. La voz se le quiebra al locutor de Radio Nacional que narró la gesta a media España en este notable vídeo ("estos momentos, que supongo serán de tristeza en Valladolid..."). Era la primera Liga de la Real Sociedad en su historia.

Cinco minutos antes de ese gol, en el ruidoso vestuario de Valladolid, había un único jugador sentado en el banco, esperando al final del partido, tratando de contener la euforia colectiva (quizá el empeño más difícil de este mundo). Tenía 31 años. ¿Su nombre?

Vicente del Bosque.

1 comentario:

  1. "Que aún no se ha acabado el partido del Molinón". Rara avis hispana, isla de sensatez en un océano de euforia prematura.

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